Ya estamos de vuelta de nuestra escapada a Copenhague, y la verdad, he llegado con muchas sensaciones, así que en este post, os explicaré nuestro viaje de 6 días (todo ello ilustrado por fotos. Hoy 1º parte):
Empezaré diciendo que esta ciudad es PRECIOSA (en mayúsculas y bien alto). No hay ningún lugar al que mires y no encuentres cosas preciosas: cualquier casa, escaparate, esquina, puente...TODO tiene su encanto.
La ciudad es gris y oscura (al menos en octubre: anochece a las 17:00) decorada con una nieblilla que acentua su lado tenebroso. Las fachadas tienen un aire viejuno, cómo oxidadas por la humedad de los canales que recorre toda la ciudad. Copenhague, arquitectónicamente hablando está llena de contradicciones: por un lado está lo ornamental, lo clásico, lo histórico, lo recargado... y por lo contrario, encontrábamos edificios lineales, contemporáneos muy modernos, minimalistas...pero todo ello convive en perfecta armonía creando esta gran ciudad. Las calles principales son muy anchas y los edificios no son nada altos, por lo cual había una sensación de amplitud y espacio.
Lo que más nos ha gustado han sido las callejuelas. Hemos pateado a más no poder, creo que nos hemos recorrido todas las calles habidas y por haber (os recomiendo mínimo 5 días para poder ver todo al detalle y disfrutar de la ciudad).
Las calles están repletas de comercios. Comercios pequeños, no grandes superficies (que también las hay). Y ésto es lo que a mí más me ha impresionado:
Primero: los escaparates están decorados con un gusto exquisito. Todos y cada uno de ellos te invitan a entrar a la tienda: Ya fuera una óptica, panadería, tienda de cuero, tienda de bricolaje, galería de arte, peluquerías...Todos los escaparates están super trabajados y elaborados.
Segundo: Hay muchísimos comercios. Me ha dado la sensación, que cada persona tiene su propio negocio y que realmente se dedican a lo que quieren. Sin grandes infraestructuras ni locales gigantes, se crean su espacio de trabajo en un clima de relax, tranquilo con un saber hacer unido al buen gusto:
Talleres de costura, galerías de diseño, peluquerías (nunca he visto tantas juntas en un espacio tan reducido. No sé si tienen un culto al pelo descomunal o porqué será, pero es exagerado la cantidad de peluquerías que hay. Además todas están super bien decoradas y con mucho estilo), tiendas de bicicletas y accesorios, tiendas de muebles y decoración (mucho mueble de madera envejecido pero reciclado, sillas cómo de segunda mano, mesas redondas de madera, tipografías para colgar en la pared) panaderías, tiendas de cupcakes, de ropa de segunda mano, tiendas de decoración y ropa infantil...
Realmente ésto es lo que más envidia me ha dado (y también algo de frustación). Parece que los habitantes de esta ciudad trabajan en lo que realmente les gusta, creando y siendo emprendedores, montando sus propios negocios, en locales pequeñitos pero muy muy acogedores. Aunque la duda me invade ya qué no sé muy bien cómo sobrevive este tipo de comercio. Creo que aquí no funcionaría.
Por último, os voy a hablar de su gente ( y seré breve). ¿Qué les dan de comer? ¿Qué genes tienen? ¿De dónde sale esta gente? TODOS SON EXAGERADAMENTE GUAPOS/AS. ¡¡Si parecen elfos!! Rubios, altos, delgados, con un cutis blanco y perfecto (no he visto a nadie con acné, ¡por Dios!). Las chicas con melenazas largas, con sus moños altos enroscados y piernas extra-largas. Ojos azules, narices chatas...
De verdad, parecen duendecillos, hadas...salidos de un cuento.
Tan sólo os puede decir que mejor visitéis este destino, que aunque no suele ser muy típico, merece la pena, porque Copenhague enamora...
CONTINUARA...